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Bienvenidos    a
Actualidad

En este espacio encontrarás los últimos acontecimientos sucedidos en nuestra institución o en lugares en los que tenemos una amplia participación.

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A la espera de un nuevo amanecer de libertad

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El 20 de julio de 1810, unos criollos descendientes de europeos, pero de sangre y raíces americanas: Antonio Morales, Francisco José de Caldas y Antonio Barayas, solicitaron prestado un florero a un español altivo dueño de una tienda de floreros en Santa Fe de Bogotá.

Con una discriminación fundamentada en el origen de quienes como petición pedían prestado el Florero, Llorente, dueño de la extravagante tienda, se negó a conceder tal préstamo.

 

Los criollos, enfurecidos, utilizaron la disputa como excusa para pedir la libertad de los americanos en su propio territorio y el fin de la opresión hecha por la colonia. Es así como en plena municipalidad de Santa Fe de Bogotá se desató una dura confrontación que terminó por declarar en un grito retumbante y definido el Cabildo Abierto, que demandaba que se creara una Junta de Acción Gubernamental que incluyera a americanos. Desde ese entonces se iniciaron las bases independentistas para la creación de una república libre de colonias.

Actualmente, esta historia se recuerda cuando pasan los años y llega esa fecha; en un opulento desfile militar se hace homenaje al Ejército Libertador y a las Fuerzas Militares que protegen el país de cualquier amenaza que perturbe la paz de los honestos. Pero, desafortunadamente, poco a poco lo estamos olvidando.

De esos gallardos pocos recuerdan sus nombres, el valor patrio cada vez se pierde más y la debacle cultural hace parte de la problemática nacional. Ya no estamos oprimidos por españoles, nos estamos oprimiendo a nosotros mismos, nos estamos atando las manos con cadenas de perjuicios y odios,

nos estamos golpeando con látigos de lucha de clases y estamos haciendo una guerra con fusiles de genocidio disfrazados de fusiles de libertad y de paz.

¿Realmente conocemos nuestra historia? ¿O en lugar de eso nos estamos condenando a repetirla? ¿Quiénes son nuestros enemigos ahora? ¿Acaso son las élites del poder o nosotros mismos que nos odiamos y maldecimos sin tener siquiera un voto de lucha para trazar el nuevo rumbo del camino?

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Celebro la construcción de la República, pero celebraré aún más la construcción de una República en la que no se desmerite al otro por lo que tiene o por lo que es y en donde el yugo de la opresión de nosotros mismos se termine y quede como un frívolo recuerdo de un ayer que jamás se volverá a repetir.

Colombianos, aún no cesa la horrible noche, pero el amanecer está muy cerca. 

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Samuel Cortés

Director de Prensa

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Y tú... ¿Eres dependiente o independiente?

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A lo largo del tiempo, la palabra independencia, ha marcado un antes y un después en la historia de las naciones y sus habitantes.

Esto nos lo ha hecho saber la escuela, cuando desde muy pequeños nos hablaban de los líderes y próceres de la patria.

 

Grandes héroes que lucharon por causas justas y nobles,

en beneficio de los desvalidos, quienes en su deseo de independencia, no escatimaron esfuerzo, por hacer de su lucha, una victoria y con esta su libertad… Pero realmente conoces el significado de libertad… Probablemente sí y pueda que de inmediato lo relaciones con los próceres. 

 

Este concepto hoy en día va más allá de la noción de libertad, pues trasciende hasta nuestra vida diaria, donde reconocemos que lo que hacemos lo podemos realizar sin ayuda de otros, sin supervisión alguna…

Por lo tanto, querido lector, aquí encuentras a continuación 10 ejemplos de independencia; quizás con escasa relación con los próceres, pero sí con estrecha relación con el legado de libertad que la historia y sus grandes caudillos nos dejaron hace más de dos siglos… 

 

  1. Un hijo que decide mudarse de la casa de sus padres y se va a vivir solo.

  2. Un estudiante que deja de recibir ayuda de sus padres para hacer sus deberes.

  3. Un empleado que termina el periodo de prueba en su empresa y comienza a hacer su trabajo sin supervisión.

  4.  Un niño pequeño que deja los pañales y comienza a ir solo al baño.

  5. Una profesora que da clases de forma particular.

  6. Los integrantes de un grupo musical deciden seguir sus carreras artísticas por separado.

  7.  Un médico que se desvincula de un hospital para montar su consultorio particular.

  8.  Unos hermanos que comienzan a ir a la escuela por sí mismos sin ser acompañados por un adulto.

  9. Una carpintera que renuncia a una gran compañía para hacer trabajos en su taller personal.

  10. Un estudiante que se separa de su grupo de estudio para preparar un examen en solitario.

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Roger L. Huérfano López

Director editorial

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Podcast

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Día de la Independencia (20 de julio de 1810).

 

En este día nos reunimos para conmemorar no solo la batalla de hombres valientes que con total valentía lucharon por nuestra libertad, sino una forma de respeto hacia aquellas personas que han sido olvidadas en el camino, aquellas personas que quizá no recordamos, pero que tuvieron un papel fundamental en esta lucha por la libertad, la dignidad y la vida.

 

En el psicoanálisis hay algo conocido como “Violencia Reactiva", entendida por mí como aquella violencia que se da para proteger la vida, la dignidad, la libertad y la propiedad, aquella violencia que hace que las personas maten para proteger lo que consideran más sagrado, su vida. 

 

Esto fue lo que hicieron hace muchos años nuestros antepasados; en ese momento eran pisoteados, ultrajados, tratados como objetos, sirviendo a otros, pero se cansaron y pasaron a la acción. 

 

Fue de esta manera que un 20 de julio de 1810 Colombia logró su independencia de las colonias españolas, que en ese momento eran el yugo que ataba a los colombianos a una vida de servidumbre.

 

Pero no nos adelantemos, hablamos del hecho histórico que fue el comienzo de una Colombia libre.

Comencemos con el ya muy conocido florero de Llorente, aquel que comenzaría un estallido hacia la libertad de un país.

 

Este comenzó un viernes en las calles de Santa Fe de Bogotá, las mujeres de la clase alta lucían con elegancia sus faldas de bayeta, joyas y tocados.

 

Mientras que los hombres no se quedaban atrás, lucían sombrero de copa, un calzón tipo torero a la rodilla y botas de caballería, en medio de un alboroto cotidiano del día de mercado y una atmósfera ansiosa de que algo pronto ocurriría.

 

En la Plaza Mayor de Santa Fe de Bogotá se encontraba abarrotada de gente, pero como no, estaban ansiosos por sentir un nuevo amanecer de libertad, de paz.

 

Fue así que al mediodía de ese viernes, don Luis de Rubio solicitó el préstamo de un florero al español José González Llorente, pero este comerciante, reacio a prestar el florero, desató un motín alentado ni más ni menos por José María Carbonell, que recorría las calles de la plaza agitando y convocando al pueblo.

 

Fue de esta manera que Colombia se sacudió desde los cimientos, la ira se tomó el sentir del pueblo. Indios, blancos, patricios, plebeyos, ricos y pobres empezaron a romper a pedradas las vidrieras y a forzar las puertas. 

 

En resumidas palabras, se tomaron las calles y comenzaron a demostrar lo que tenían reprimido desde hace muchos años, un odio inmensurable hacia los españoles que los menospreciaban. Fue de esta manera que expresaron este odio con una violencia aún más grande de la que habían recibido.

 

Pero la violencia, en todas sus formas, tiende a causar un daño más grande que el daño recibido.

 

Gandhi expresó muy bien este sentir con la siguiente frase “Lo que se obtiene con violencia, solamente se puede mantener con violencia”

 

Pero este acto no es realmente una declaración propiamente de independencia, sino una demostración del poder del pueblo por la lucha de sus derechos. 


 

Batalla del Pantano de Vargas (25 de julio)

 

Un sabio alguna vez dijo que las grandes batallas que se unen con los grandes éxitos nunca se olvidan: quedan siempre en nuestros corazones y rondan nuestra mente como un recuerdo ambivalente de lo que podemos hacer, de lo que somos capaces de originar, de la fuerza entera y digna que nos acompaña; desafortunadamente, hemos olvidado muy pronto y nos condenamos a repetir nuestra naturaleza. 

 

Lo decimos porque muchos colombianos ya han olvidado lo que ocurrió el 25 de julio de 1819, en un pantano húmedo y boscoso, con la tierra hecha lodo por el frío que la acompañaba y el agua que caía sobre ella. 

 

El Ejército Patriótico, sin miedo y con lanzas, espadas, escudos y caballos, se enfrentaron contra tropas realistas en el tenebroso Pantano de Vargas. 

 

Estaba siendo una cruzada extenuante, llena de cruces peligrosos, de compañeros agotados y otros moribundos, lamentando la muerte de algún fiel amigo que desde ese momento sería un mártir de la patria. El dolor se sentía, no había ni una gota de esperanza, pero tampoco era momento para rendirse: la resiliencia fue la clave.

 

Cuando todo parecía hacerse mucho más oscuro, en la Batalla se hizo presente el coronel Juan José Rondón y sus lanceros, cuya carga decisiva inclinó la balanza hacia el Ejército Patriota. Dicha batalla fue fundamental para asegurar la victoria del puente de Boyacá y lograr la independencia de la Nueva Granada.  

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Batalla de Boyacá (7 de agosto):

 

Nueve años después de la trifulca ocurrida en la Plaza Mayor de Santa Fe que desencadenó el grito de independencia y el inconformismo que demandaba a toda costa una Junta de Acción Gubernamental con fines independentistas que incluyera a americanos y a los racialmente excluidos, ocurrió otra batalla ejemplar para el desarrollo de nuestro país: La Batalla del Puente de Boyacá, realizada el 7 de agosto de 1819. 

 

Con la fe intacta, el corazón en la mano, la victoria presente en la cabeza y los caballos preparados para galopar y enfrentar los destinos venideros: el glorioso Ejército Patriota, encabezado por el Comandante Simón Bolívar y Francisco de Paula Santander, derrotó de manera majestuosa y contundente al Ejército Realista de la colonia opresora comandada por el coronel José María Barreiro. 

Tomando por fin el control patriótico y entero de la Nueva Granada, gritando sin descanso que aquel pueblo que se tomaron con fuerza y represión hoy se devolvía a las manos de quienes siempre trabajaron por él y por su avance. 

 

No fue la primera vez que los colombianos demostramos ser unidos y fuertes, pero sí fue una de las ocasiones más contundentes: aprendimos a creer que la unidad hacía a la fuerza más verdadera, y que aquella violencia que con creces teníamos que sostener, era respaldada por un triunfo de esperanzas que unidas batallaban contra lo que fuera. 

 

Posteriormente, después de dicha disputa gloriosa y victoriosa, iniciaría la construcción de un país tan fuerte como cualquier otro; de una República Democrática, Popular y Justa, que, desafortunadamente, sigue en construcción, pero que aseguró el fin de la opresión, de la servidumbre y de la miseria. 

 

Reflexión Final: 

 

Las batallas que se han vivido a lo largo de los años, definitivamente no se comparan con aquellas que nos hicieron por fin libres. Esos enfrentamientos entre polos opuestos, comenzaron con enfrentamientos propios que suscitaron una sed de salvación dentro de quienes hoy son recordados como próceres. 

 

Rememorar dichas disputas, valora lo que hacemos nosotros mismos como jóvenes en nuestro país y el deber que tenemos para salvarlo de lo que consideramos maligno. De la misma manera, es un recordatorio vivo de que no es posible posponer lo importante, porque puede tener un desenlace crucial o un fin sin importancia.

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